lunes, 19 de abril de 2010

5. Transformación - Innovación TIC

La incorporación de las TIC a la educación se justifica a menudo con el argumento de su capacidad para mejorar el aprendizaje. Este argumento, sin embargo, no ha encontrado hasta ahora un apoyo empírico suficiente. Ante esta dificultad, algunos autores (Blease y Cohen, 1990; Squires y McDougall, 1997; Twining, 2002) proponen dirigir los esfuerzos a estudiar cómo las TIC transforman las prácticas pedagógicas.
En un sentido se podría analizar desde los usos que profesores y alumnos hacen de las TIC, teniendo en cuenta tres elementos básicos de los procesos formales de enseñanza y aprendizaje: el alumno que aprende, el contenido que es objeto de enseñanza y aprendizaje, y el profesor que ayuda y orienta al alumno en su apropiación de ese contenido. Ahora bien, esta potencialidad de las TIC puede desplegarse en dos direcciones en el marco de los procesos de enseñanza y aprendizaje. En primer lugar, las TIC pueden mediar las relaciones entre los participantes, en especial los estudiantes, y los contenidos de aprendizaje. En segundo lugar, las TIC pueden mediar las interacciones y los intercambios comunicativos entre los participantes, ya sea entre profesores y estudiantes, ya sea entre los mismos estudiantes.
La incorporación de las TIC no garantiza, en sí misma, la transformación de las prácticas pedagógicas (Cuban, 1993, 2001; Zhao y otros, 2002; Zhao y Frank, 2003). En efecto, no todos los usos de las TIC conllevan una transformación en profundidad de las interacciones que profesor y estudiantes establecen entre sí y con los contenidos que son objeto de enseñanza y aprendizaje. “transformadores”, de acuerdo al autor son los usos que promueven el establecimiento de formas de organización de la actividad conjunta, novedosas e inéditas que no serían posibles si no se contara con los recursos tecnológicos presentes en la situación.

Para transformar las prácticas pedagógicas tiene que ver fundamentalmente con la manera como, a partir de su uso efectivo, se insertan en la actividad conjunta que desarrollan profesores y alumnos. Cuando, gracias a la incorporación de las TIC, las formas de organización de la actividad conjunta cambian y se transforman, estas tecnologías hacen efectiva su potencialidad para mediar los procesos psicológicos implicados en la construcción del conocimiento. Cuando, por el contrario, esas formas de organización de la actividad no se transforman, la posibilidad de que las TIC incidan realmente sobre los procesos intra e interpsicológicos implicados en el aprendizaje disminuye considerablemente.
Con toda probabilidad, el avance en la comprensión de cuándo, cómo y por qué las TIC pueden transformar y mejorar efectivamente los procesos de enseñanza y aprendizaje requiere de un conjunto diverso y plural de aportaciones teóricas y empíricas que aborden la cuestión desde diversas perspectivas y con diversos grados de análisis

De igual manera, el rol del personal docente también cambia en un ambiente rico en TIC. El profesor deja de ser fuente de todo conocimiento y pasa a actuar como guía de los alumnos, facilitándoles el uso de los recursos y las herramientas que necesitan para explorar y elaborar nuevos conocimientos y destrezas; pasa a actuar como gestor de la pléyade de recursos de aprendizaje y a acentuar su papel de orientador y mediador (Salinas, 1998).
Como resultado, el profesor acusará implicaciones en su preparación profesional, pues se le va a requerir, en su proceso de formación, ser usuario aventajado de recursos de información. Junto a ello, necesitará servicios de apoyo de guías y ayudas profesionales que le permitan participar enteramente en el ejercicio de su actividad. Los profesores constituyen un elemento esencial en cualquier sistema educativo y resultan imprescindibles a la hora de iniciar cualquier cambio. Sus conocimientos y destrezas son esenciales para el buen funcionamiento de un programa; por lo tanto, deben tener recursos técnicos y didácticos que les permitan cubrir sus necesidades.
No obstante no son las TIC las que modifican los procesos de enseñanza y aprendizaje, sino la manera cómo se utilizan, las metodologías con las que se emplean. Por lo tanto hay que tratar de potenciar nuevos métodos con las TIC, nuevas formas de comunicación y de aprendizaje, y no reproducir los métodos del pasado (explicación, toma de apuntes, estudio, examen). Se trata sobre todo de enseñar a los estudiantes a aprender, y ello exige que lejos de proponer una serie de actividades iguales para todos, dispongan de amplios márgenes de iniciativa para elegir itinerarios, actividades y medios que resulten acordes a sus circunstancias y estilos cognitivos: hay una mayor personalización de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Así pues, para que estos cambio puedan llevarse a cabo es necesario que exista una clara política universitaria de innovación docente que, además de proporcionar lo recursos tecnológicos necesarios (hardware y software) y el adecuado apoyo a la docencia en cuanto a su utilización, impulse unos planes de formación adecuados. El concepto de innovación educativa se relaciona con diversas dimensiones del ámbito escolar, que oscilan desde los procesos de enseñanza y aprendizaje del alumnado, hasta los procesos de desarrollo personal y profesional del profesorado como principales responsables del desarrollo del currículum. Según García-Valcárcel (2006), las propuestas de innovación curricular se impregnan de una imagen del profesor/a como investigador/a, quedando por tanto la innovación anclada al desarrollo profesional docente y a la transformación de la escuela. En este sentido, la innovación educativa se relaciona tanto con la propia cultura escolar de los centros como con las prácticas docentes reflexivas y el curriculum. De forma complementaria, Salinas (2004, 36) percibe la innovación asociada a la planificación, a la mejora y a los recursos: “si consideramos la innovación como la selección, organización y utilización creativa de recursos humanos y materiales, de formas novedosas y apropiadas que den como resultado el logro de objetivos previamente marcados, estamos hablando de cambios que producen mejora, cambios que responden a un proceso planeado, deliberativo, sistematizado e intencional, no de simples novedades, de cambios momentáneos ni de propuestas visionarias”.
La incorporación de las TIC al concepto de innovación educativa pasa necesariamente por los descriptores expuestos. Es decir, los procesos de enseñanza-aprendizaje, la práctica docente, la cultura escolar, la planificación y cambio curricular, las acciones de mejora y la utilización creativa de recursos humanos y materiales, constituyen el eje vertebrador de las innovaciones educativas apoyadas en TIC. No obstante, de forma complementaria, podemos recurrir a la práctica real en los centros y a las percepciones de los principales implicados para acotar esta noción

  • La innovación supone una transformación significativa e implica un cambio en la concepción de enseñanza, que repercute en la práctica educativa, en los hábitos, etc. Y que tiene una finalidad: la mejora de la calidad del aprendizaje. Este proceso comienza en los centros TIC a partir de una reflexión previa concretada en los proyectos para dar respuesta a necesidades detectadas en su entorno. Este es el punto de partida para una transformación gradual que inicia el proceso de innovación.

  • La innovación no es un fin, es un medio para la mejora de la calidad y conseguir los objetivos que se proponen los centros educativos. La llegada de recursos a los centros como equipos informáticos sin que se produzca otro tipo de cambios, no supone innovación puesto que no hay un cambio significativo en la enseñanza.

  • La innovación no implica necesariamente una creación. Pero sí un cambio que conlleva mejoras en la calidad de la enseñanza. En este sentido, los centros TIC no son considerados como “revolucionarios” en el sentido de desestimar lo realizado hasta el momento, sino innovadores por incorporar elementos y dimensiones novedosas que enriquecen las ya existentes.

  • La innovación implica una intencionalidad o intervención deliberada. La aprobación de los proyectos a los centros TIC se percibe por el profesorado como un reconocimiento a dicha labor de planificación intencionada que se hace desde los centros solicitantes. Y esa planificación, debe ser controlada, revisada periódicamente y generar reflexiones desde la práctica. Se reconoce la necesidad de establecer un procedimiento de cambio en espiral del propio proyecto para que sea siempre un instrumento útil, adecuado a las circunstancias que acontezcan en la práctica cotidiana. Es decir, la innovación implica una herramienta deliberada y flexible.
 Si bien es cierto que la incorporación de las TIC en la educación implica cambios en la infraestructura tecnológica, en el acceso a equipos y a las redes, también es cierto que esto debe conducir a cambios profundos en las costumbres y rutinas académicas; en otras palabras, a un cambio cultural y social. Los procesos de renovación curricular deben considerar el impacto de estas tecnologías en la enseñanza universitaria, y tener en cuenta las interacciones entre estudiantes y profesores, y de estos con el conocimiento.
            «No se obtendrá la máxima rentabilidad pedagógica de las tecnologías actuales, a menos que formen parte integrada y habitual de la mayoría de las actividades escolares, lo cual implica insertarlas en las aulas ordinarias y contar con un profesorado que recurre a ellas con la misma comodidad y dominio que lo hace con el libro de texto o la pizarra» (Sarramona,2004).
La educación superior se enfrenta en este siglo a demandas cada vez más grandes tanto a nivel sociocultural, económico y político. Por ello la importancia de formar ciudadanos responsables que tengan las habilidades y destrezas necesarias de acuerdo a las exigencias de un mundo cambiante y con facilidad de adaptarse a las transformaciones que vive el mundo actual. Los docentes universitarios para poder estar dentro del contexto de los nuevos escenarios educativos, deben erradicar los esquemas tradicionales que estancan el desarrollo de la educación y ocupar un lugar más dinámico en la sociedad universitaria; es decir una transformación de sus practicas docentes y trascender como líderes y agentes de cambio. La transformación de los profesores universitarios propiciará mejores respuestas a las demandas de la sociedad y de la educación superior, se estará en condiciones de mejorar la calidad de la enseñanza, asegurar la relación y el compromiso que como educadores tienen con la comunidad.

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